viernes, 10 de agosto de 2007

Nota sobre Padres e Hijos en diario La Capital de Mar del Plata

Eva Rotenberg, psicoanalista y autora de "Hijos difíciles, padres desorientados"

"Los padres que desarrollan el potencial afectivo se pueden conectar con los hijos"

Fundó una "Escuela para padres" con el fin de acompañar a los adultos en la crianza de los hijos. Propone que los mayores estén atentos a los síntomas que puedan generar futuros conflictos. Habla de cómo prevenirlos y de la necesidad de que el discurso paterno coincida con la acción.


(Diario La Capital de Mar del Plata)

18.06.07

por Paola Galano
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paolagalano@lacapitalmdq.com.ar

Dicha a modo de resignación, una vieja frase resume el espíritu que reina entre los mayores que conviven con hijos pequeños o adolescentes: "Nadie te enseña a ser padre". El dicho aparece frente a situaciones que suelen dejar a los padres sin respuestas: hijos que no se quieren bañar, que no cumplen con las tareas escolares, que sienten miedos diversos o tienen fobias, adolescentes que viven en una sempiterna guerra con sus padres, jóvenes que terminan el secundario y no saben qué hacer con sus vidas, entre muchos otros...
Para que los padres puedan anticiparse a estas complicadas situaciones que se viven puertas para adentro, la psicoanalista Eva Rotenberg, autora del libro "Hijos difíciles, padres desorientados", propone detectar a tiempo los síntomas de los futuros conflictos y evitar que estos dilemas, por pequeños que sean, terminen siendo gigantes y conviertan al hijo en una persona con serias dificultades para enfrentar el mundo.
Desde su "Escuela para padres" que montó en Buenos Aires, la especialista que tiene más de veinte años de experiencia en temas de familia propone "ayudar a los padres a resolver los problemas a medida que se vayan generando", señala en una entrevista telefónica con LA CAPITAL. "Porque todos los seres humanos tenemos problemas, lo que enferma es la respuesta que los padres les dan a los problemas de los hijos".
Y agrega: "La angustia es inherente al ser humano, los miedos los puede tener cualquier chico y son normales, pero hay que ver qué es lo que pasa en la familia con estas situaciones de los hijos: si les gritan, si los asustan más, si los padres se pelean o si se enojan porque el chico no es valiente o si lo tranquilizan. De acuerdo a la respuesta de los padres se lo va a tranquilizar o se lo va a enfermar más. Una persona psicótica es una persona que fue normal, que nació normal y que el medio familiar fue enfermando. Porque la enfermedad mental no es algo localizado en la cabeza, se genera en los vínculos. Hay vínculos que enloquecen y hay vínculos que ayudan al crecimiento mental".
- ¿Cómo ve a los padres?
- Se sienten muy solos con toda las responsabilidades que tienen, tanto el hombre como la mujer tienen que trabajar, llevar adelante la economía y la familia. Y los hijos son una gran responsabilidad. Por un lado se sienten con mucha exigencia y por otro con muchas ganas de divertirse, porque hay como una tendencia a que la vida pasa rápido y hay que divertirse. Ojo, es sano divertirse, pero creo que el exceso de irresponsabilidad termina en una descarga reactiva: en eso de "hagamos lo que se nos cante" y si tienen que dejar a los chicos en cualquier lado los dejan, como una cuestión reactiva a la sobreexigencia, como una válvula de escape.
- ¿Qué inquietud la llevó a abrir una escuela para padres?
- Dos motivos, uno personal y otro profesional. El personal porque crié tres hijos que ahora son hombres, pero cuando eran chicos no tenía a quién consultar, porque los modelos que yo tenía no eran los que me gustaban, a pesar de que mis padres fueron divinos. El pediatra no sabe mucho de lo emocional y sólo da pautas. Y a los psicoanalistas la gente los consulta cuando tiene un conflicto ya instalado, pero no había un espacio donde acompañar a los padres en el crecimiento de sus hijos. Yo suelo atender patologías mentales severas: cuando la gente viene con un hijo psicótico o drogadicto se lo ayuda y se lo puede cambiar pero ese proceso tarda años y se pierde tiempo de la vida de las personas. Por eso decidí que mi equipo de profesionales acompañara a los padres en la crianza.

Mensajes no hablados

- ¿Existe una desconexión entre los padres y los hijos?
- Hay un tema generacional, hay una brecha generacional, eso siempre fue así, pero los padres que tienen desarrollado el potencial afectivo se pueden conectar con los hijos. En cambio hay padres que tienen una vida muy difícil, que para sentirse más fuertes tratan de no sentir, porque el no sentir les sirve en el mundo laboral. Y en la familia eso no sirve.
- ¿El potencial afectivo se agota en los besos y expresiones de amor?
- Un padre o una madre les pueden decir a los hijos que los quieren, que son lo más importante del mundo, que son inteligentes, pero hay mamás que se preguntan "cómo mi hijo se puede sentir tan desvalorizado si le digo todas esas cosas". Esa misma señora pone cara de impaciencia y hace gestos cuando su hija intenta atarse los cordones, de acuerdo a un ejemplo que cito en mi libro. Entonces la nena se siente tonta. La confianza en uno mismo y la autoestima no se siente por lo que los padres dicen sino por las actitudes, se da por un mensaje que no es solamente hablado.
- ¿Es el metalenguaje?
- Si coincide el metalenguaje con el lenguaje y con la expresión de cariño ahí hay una sintonía, crece un chico sano y es una familia armónica. La formación del sí mismo se genera a través del inconsciente, no a través de lo que los padres dicen sino de lo que los padres sienten y transmiten.
- En su libro habla de la importancia de la prevención. ¿Hay alguna forma de prevenir los conflictos familiares?
- Sí, primero no pensar que los chicos les hacen las cosas a propósito a los padres. Cuando los padres piensan eso empiezan a reaccionar reactivamente y a imponerse de modo autoritario y se acrecienta el malestar. Hay que cuidar la cabeza porque una vez que alguien tiene un brote psicótico es difícil volver para atrás. No es cuestión de imponerse, de querer tener razón y de que el chico obedezca a la fuerza. Es un arte, los padres tienen que hacer que los chicos obedezcan con un buen clima, sin regalos ni recompensas pero por amor, un chico que se siente querido hace caso por amor, porque tiene miedo que el padre no lo quiera. Cuando el chico le perdió respeto al padre es porque hay algo mal. Y en ese caso es bueno consultar. Es mejor una consulta temprana que cuando los hijos tienen 18 y ya tienen una autonomía instalada.

Prevenir desde el nacimiento

Un chico que viene con una infancia con conflictos podría desarrollar en su adolescencia un brote psicótico, señala Rotenberg. "En lunfardo, significa que se rayó, que tuvo una ruptura con el orden lógico, y ya no le importa nada. Recuperar eso lleva años de tratamiento".
La psicoanalista indica que en la adolescencia los problemas de vieja data se acrecientan debido a que el chico se tiene que "enfrentar con el mundo adulto", lo que implica "hacerse cargo de sí mismo, de la sexualidad, del trabajo, de la economía y si no siente que tiene recursos internos se da cuenta de que no puede y ahí se arma".
Para que la adolescencia se transite con la menor cantidad de problemas, Rotenberg sugiere una buena infancia. "La adolescencia empieza en el nacimiento, no a los 15 años, por eso es necesario que los padres vayan registrando los síntomas, esa es la mejor prevención", señala.
Entre los síntomas que la psicoanalista destaca como llamados de atención se encuentran, cuando son bebés, "los problemas de alimentación, de insomnio, de llanto continuado o los casos en que un chico no puede jugar solo o no se lleva bien con los compañeros del jardín. Y durante la primaria los chicos que no le hacen caso a la maestra y los que no se hacen responsables, los que no se quieren levantar a bañar ni se visten solos. Eso no es normal", señala.

Las consultas más comunes

"No hay un solo motivo de consulta", cuenta Rotenberg a partir de la experiencia adquirida en su "Escuela para Padres". "Los miedos son un motivo muy frecuente. Hay padres que tienen miedo a los hijos adolescentes, pero durante la primera infancia muchos chicos le tienen miedo a la noche o a la oscuridad. Otro punto es el de la agresividad, el caso de chicos de los que los maestros se quejan porque son agresivos. También se ve una falta de adaptación a otros chicos, problemas de aprendizaje y chicos obsesos. Y en la adolescencia, específicamente el problema de la droga. Cuando terminan la secundaria, muchos no saben qué estudiar y a otros les cuesta poder terminar la secundaria", cuenta.

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