domingo, 2 de mayo de 2010

Obesidad infantil: cómo frenar la compulsión de comer de más

Salud mental


Obesidad infantil: cómo frenar la compulsión de comer de más


Los tratamientos no deben apuntar sólo al control de la comida





Por: Eva Rotenberg para diario La Nación (4/9/2004)



La obesidad infantil es un trastorno en la alimentación que involucra tanto lo biológico como lo emocional, y presenta diferencias con la obesidad de los adultos. Aunque tiene su manifestación en lo físico, la ansiedad que lleva a la ingesta compulsiva, igual que el sufrimiento que vive provocado por la discriminación, es de orden emocional. Los padres desean ayudarlo, lo ven sufrir, no pueden sin embargo hacer ellos por su hijo lo que a él le resulta tan difícil, cuidarse con la comida. Entonces, ¿cómo ayudarlo?


Este trastorno no puede pensarse fuera del vínculo y en este sentido involucra a los padres en las causas y el tratamiento. Esto no implica culpables. Cada uno tiene su propia historia y muchas veces pese a que se quiere hacer todo lo mejor, por diversos motivos el hijo puede no recibirlo de esa manera.


La obesidad surge como procedimiento defensivo. Por un lado como autocalmante de la ansiedad y de la sensación de vacío, y por otro como modo de recubrir el aspecto de la personalidad sentido como desvalido. Por debajo de un cuerpo más robusto, un niño obeso esconde mucha fragilidad frente a la cual come compulsivamente tratando de llenarse la panza, de llenar un vacío que no se llena con comida porque es un vacío de otra cosa.


Los padres intentan controlar la ingesta del niño escondiendo la comida o sometiéndolo a dietas que no puede cumplir y que lo hacen sentir diferente del resto; el hijo no responde a su ideal. Creen que lo pueden ayudar ejerciendo un control de la comida, pero se encuentran con la realidad: el cuerpo del niño no les pertenece, no pueden controlarlo, esto provoca impotencia.
La obesidad como defensa no es un pedido de control, sino la expresión sintomática de una necesidad de contención.


Con el control de la comida se coloca al niño en una situación paradójica: si obedece al deseo de los padres de no comer entra en un vínculo de sometimiento en el que pierde el dominio de su cuerpo. Si desobedece y come se encuentra con la mirada rechazante de los padres. En ambos casos, no se comprende el porqué de la compulsión.


Así queda cada vez más fijado en una situación imposible: tiene ciclos en los que complace a sus padres y otros en los que responde a su voluntad, pasando del control al descontrol. Siente que si obedece es bueno; si no, es malo. Como no puede sostener mucho tiempo esta situación, piensa que siempre desilusiona a los padres.


Los tratamientos que tratan individualmente al niño, ya sea apuntando a un régimen de comidas o a lo emocional, frecuentemente fracasan porque sólo tienen en cuenta un eje del problema, pero no incluyen la interdependencia afectiva padres-hijo, cercenando toda posibilidad de comprensión acerca del origen y sostén de la obesidad.


Por eso hay que ayudar a los padres a que interrumpan el círculo vicioso. Sintiéndose contenido, ningún niño precisa comer y comer sin límites que le indiquen la saciedad. Están muy pendientes del deseo del otro y para sentirse satisfecho hay que poder registrar las sensaciones del propio cuerpo. Si desvaloriza lo que siente, deja de escucharse y de escuchar a su cuerpo.


El proceso terapéutico permite a los padres desarticular el círculo vicioso patógeno, para así descubrir un nuevo modo de vincularse con el hijo estimulándolo en el desarrollo de su personalidad, no sólo enfocando el problema de la comida que es consecuencia y no causa.


Por Eva Rotenberg Para LA NACION
La autora es especialista en niños y adolescentes. Directora de la Escuela para Padres ( http://www.escuelaparapadres.net/ ).

¿De dónde vienen los bebés?

“Mami, ¿de dónde vienen los bebés?”


Escuchaste esa pregunta y no supiste qué responder. Te damos algunas pautas para que sepas cómo hablar de sexo con tu hijo.





(Nota publicada en la revista Para Ti Mamá)



Nosotros que te quisimos tanto…



“Cuando el niño pregunta cómo nacen los bebés, en realidad, son dos preguntas las que está haciendo. Aunque los papás no se den cuenta, están preguntando, además de cómo nacieron los niños en general, cómo nacieron ellos, y cómo se creó el mundo”, indica la Lic. Eva Rotenberg, psicóloga, directora de la Escuela para Padres, y aconseja responderles directamente lo que están listos para escuchar: pura y exclusivamente cómo fue su nacimiento. Sostiene que al hacerlo es imprescindible hacer hincapié en lo afectivo: cuánto lo desearon, cómo lo esperaron y lo felices que son por tenerlo.




Bien precisos

Con respecto al vocabulario que se debe utilizar ante este tipo de preguntas, recomienda usar palabras sencillas, de acuerdo a la edad y realidad de cada familia. “Por ejemplo se podría decir: `Cuando una mamá y un papá se quieren mucho, deciden tener un bebé. Se necesita algo del papá y algo que pone la mamá para que nazca el bebé. Pero antes de nacer tiene que permanecer muy cuidadito durante nueve meses, dentro de la panza de la mamá. Es como un nidito interno´”, explica la licenciada. Pero agrega que más adelante pueden seguir preguntando, buscando más detalles: “¿Qué pone el papá?”.


Entonces, la respuesta será, `lo que pone el papá se llama semen (contiene espermatozoides) que se une con algo que tiene la mamá, que se llama óvulo´”, indica la especialista.


¡Que pregunte!



La Lic. Rotenberg pone énfasis al afirmar: “Es normal que los chicos hagan preguntas de sexo. Es más, que no se preocupen por saber debería llamar la atención. Si no lo hacen, es porque tienen alguna inhibición o sienten que es un problema para sus padres. Las preguntas son diversas porque todo el mundo es nuevo para ellos. Que sus hijos se animen a seguir indagando dependerá de la importancia que los padres le den al tema y de cómo respondan”, manifiesta la psicóloga.
“Si un niño nunca pregunta nada, hay que estimularle la curiosidad: `Viste que esa señora está esperando un bebé?´. Mostrándole que no es malo preguntar, y que su mamá y su papá le pueden contestar”, recomienda la especialista, y sostiene que los libros de sexualidad para chicos son buenos, pero siempre que funcionen como guía para los padres; que los ayuden a ver las ilustraciones y procesarlas.


Verdad a medias

La psicóloga cuenta que algunos padres creen que no ser específicos es mentir y que, por ejemplo, no están de acuerdo en decirles que el papá le pone una semillita a su mamá. “Prefieren decirles que el papá les pone el pene a su mamá en un agujerito. No tienen en cuenta que a veces no es fácil escuchar la verdad. Hay maneras acordes a los chicos para explicarles las cosas. Un nene chiquito, al no conocer la vivencia de las relaciones sexuales, la excitación y el deseo, no está preparado para acceder a algunas palabras del vocabulario de los adultos, hasta les pueden dar asco. Puede ser traumático darle más información de la que necesita. Incluso, cuando son muy pequeños, los nenes y las nenas sienten vergüenza al estar juntos y por eso no lo hacen casi nunca. De a poco, con el paso del tiempo y por sí mismos deben descubrir algunas cuestiones vinculadas a la sexualidad. No es que no hay que decirles la verdad, sino que no hay una sola manera de decirla”, indica.


¡Siempre atentos!

Años atrás, cuando el “sexo” era un tema tabú, muchos acudían a la fábula de la cigüeña. La especialista sostiene que lo único que generan es que el niño luego desconfíe de sus padres y les pierda confianza. “Es fundamental que los padres estén preparados para las preguntas que les puedan hacer sus hijos, y que no los sorprendan. Pero si no llegaran a saber cómo responder, pueden decirles que saben la respuesta, pero que van a pensar cómo explicárselo. Eso sí, no deben olvidarse de responderle, ya así sólo se logrará que no vuelva a preguntar, se guarden todas sus dudas y se las respondan solos y tal vez equivocadamente”, concluye la psicóloga.


Un tabú que perdura



Un estudio de la Fundación Integra, de Chile, reveló que para el 40% de los padres lo más difícil de la crianza es explicarles el acto sexual a sus hijos. Aseguran que tienen grandes dudas acerca de cómo hablarles de sexo y que incluso sienten vergüenza de hacerlo. El 35% admite que sus hijos reciben información de sus amigos y el 20% de la televisión. Aunque prácticamente todos consideran que es necesario conversar sobre sexualidad con los niños. Por otra parte, la investigación constata una gran contradicción: desean hablar de sexualidad con sus hijos, pero se sienten muy carentes de información para hacerlo y eso los hace inseguros. El 77% de los encuestados manifestó que nunca habían recibido información sobre sexualidad infantil y una cifra cercana sostuvo que jamás habíanconversado de sexualidad con sus padres. Y de los que sí hablaron con ellos, lo hicieron principalmente con sus madres, confirmando que históricamente estas responsabilidades educativas las ha concentrado la mujer.


Asesoró: Lic. Eva Rotenberg, psicóloga, directora de laEscuela para Padres, M.N. 3.493.

jueves, 26 de marzo de 2009

CURSO: ESCUELA PARA PADRES - TEÓRICO-CLÍNICO EN APA

CURSO A REALIZARSE EN APA A PARTIR DEL 1º DE ABRIL DE 2009

La Asociación Psicoanalítica Argentina es pionera en abrir la institución para dar un curso a los Padres, Hijos y a la Familia en general.

Profesor Coordinador: Lic. Eva Rotenberg, Directora de la Escuela para Padres (www.escuelaparapadres.net)

Profesores dictantes: Dra. Silvia Piskorz, Lic. Silvia Posternak y profesores invitados.

Inicio: 1º de abril (curso anual)

Día y hora: Miércoles 19 hs. (módulo clínico)
20,30 hs. (módulo teórico)

Dirigido a: psicólogos, médicos, psicopedagogos, jueces, abogados, docentes y profesionales que trabajen con familias. También hay grupos para padres.

El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires otorgará puntaje a quiénes participen de esta formación, para la capacitación docente.



Abierta la inscripción
Arancel: $ 100 por cuatrimestre
Se otorgará certificado con el 75% de asistencia
Inscripción de lunes a viernes de 9 a 16 hs en APA:
Rodríguez Peña 1674 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Teléfono: (011) 4812-3518 (líneas rotativas)
Correo-E: info@apa.org.ar
Sitio web: www.apa.org.ar

jueves, 27 de noviembre de 2008

Advierten sobra la tendencia al aislamiento en adolescentes



Por: Lic. Eva Rotenberg, Directora de La Escuela para Padres
(nota publicada en diversos medios nacionales como Télam, diario Crítica y otros provinciales)

En Japón se lo conoce "hikikomori" y cada vez es más frecuente entre los jóvenes argentinos, que se recluyen en sus habitaciones y pierden contacto con el exterior. Se debe a la exigencia excesiva en los ámbitos académicos y cierta imagen exitista, que sobrevalora ciertas características físicas como patrones únicos de belleza.



La exigencia excesiva en los ámbitos académicos y cierta imagen exitista, que sobrevalora algunas características físicas como patrones únicos de belleza, pueden generar fuertes retracciones entre los adolescentes que se aíslan del mundo exterior, afirmó este domingo la psicóloga Eva Rotenberg. Fundadora de la "Escuela para Padres" y docente en la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Kennedy, Rotenberg advirtió que este fenómeno, que en Japón se conoce como "hikikomori", cada vez es más frecuente entre los jóvenes argentinos, que se recluyen en sus habitaciones y pierden contacto con el exterior durante meses.

"La tendencia no sólo es a encerrarse sobre sí mismos -explicó la psicóloga a Télam-. No se trata de chicos introvertidos, sino de adolescentes que se aíslan, se rehúsan a ir al colegio o eso es todo lo que hacen porque no salen, no tienen amigos".

El fenómeno conocido como "hikikomori" -inhibición, reclusión o aislamiento, en japonés-, es muy estudiado por psicólogos nipones que detectaron miles de casos entre adolescentes que son -o fueron-, estudiantes brillantes que no pudieron sobrellevar la exigencia impuesta desde la sociedad y desde sus familias. El síntoma típico es el retiro silencioso de jóvenes que solían ser alegres, inteligentes y sociables a sus habitaciones, donde pueden permanecer meses, incluso años y que, en extremo, puede acabar con el suicidio. En todos los casos, se trata de adolescentes de clases medias altas con acceso a la tecnología que se recluyen para ver televisión, navegar por Internet y dormir, y que tienen cierto fanatismo por los "juegos de rol", en los que canalizan la angustia que les producen sus propias inhibiciones.

Rotenberg advirtió que el "hikikomori" también preocupa a psicólogos argentinos que en los últimos años vieron incrementar las consultas sobre estos casos. "Son chicos que sienten que no alcanzan la expectativas del medio social y familiar en el que viven, piensan que están ’fallados’ internamente, sufren un vacío interior que no pueden llenar", explicó la psicóloga. Si bien los síntomas se asemejan a los que se manifiestan en un caso de "fobia social", Rotenberg señaló que el cuadro es más complejo y está vinculado a la sexualidad. "La sexualidad durante la adolescencia es una verdadera eclosión, y no todos los jóvenes tienen los recursos internos que necesitan para acercarse al sexo opuesto", indicó. A modo de ejemplo, comentó que uno de sus pacientes dejó de ir al colegio a los 15 años y se encerró en su habitación durante meses porque ’no alcanzaba el siguiente nivel’, como pasa con los juegos de rol de Internet. "¿Por qué sentía que no alcanzaba el siguiente nivel? Porque no se sentía capaz de estar con una chica", señaló.

Además de la introversión, "sentir que uno tiene pocos recursos internos, genera mucho rencor" que suele canalizarse en los juegos de rol donde "pasar al siguiente nivel" está asociado a situaciones violentas, como matar contrincantes, indicó Rotenberg. "El hikikomori -detalló- es un cuadro con varios ingredientes: no saber manejar la propia sexualidad, no saber cómo desenvolverse en el mundo, miedo a la violencia social, fuerte influencia de los medios de comunicación y excesiva conexión a la red".

Autora del libro "Hijos difíciles-Padres desorientados. Padres difíciles-Hijos desorientados", Rotenberg señaló que este tipo de cuadros son tratables con terapia y revelan conflictos familiares que no fueron registrados hasta la adolescencia, cuando se vuelven críticos. La especialista manifestó que a esa edad la ilusión de crear un mundo de fantasía en Internet en algunos casos es un juego, pero en otros puede volverse peligroso para ellos mismos.

Hijos de la pelea

Hijos de la pelea

¿Cómo crecen los niños en un hogar donde el poder está en pugna?

(Nota publicada en revista Uno Mismo, septiembre 2008)


La licenciada Eva Rotenberg es psicóloga, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina y Directora de La Escuela para Padres, una institución a la que recurren muchos progenitores en busca de ayuda. Autora del libro “Hijos difíciles Padres desorientados. Padres difíciles Hijos desorientados”, en esta nota nos explica qué ocurre con los niños cuando sus padres luchan por el poder.

- A partir de su experiencia, ¿observa que las parejas de hoy en día están en lucha por el poder?
Ante todo habría que aclarar que felizmente no es una problemática que se de en todas las parejas. La “lucha por el poder” en la pareja es un síntoma, es un modo de vínculo patológico que tiene numerosas causas, pero sus efectos son destructivos. Esta lucha puede encubrir una rivalidad sexual, envidia al hombre o a la mujer, rivalidad entre hermanos, es decir como si la pareja fuera vista “como un hermano rival”. Por insatisfacciones personales previas o generadas en el vínculo, inseguridades y baja autoestima, son algunos de los motivos personales que encienden la lucha. No considero que sea un fenómeno actual, sino que puede tomar nuevos modos de expresión. Antes el hombre ejercía el poder a través de lo económico y la mujer en la casa con los hijos. En la actualidad, la mujer generalmente trabaja a la par del hombre pero éste pocas veces comparte el trabajo del hogar, que en el imaginario masculino, sigue siendo considerado “una tarea femenina”.
- ¿En qué territorios tiene lugar este conflicto? ¿La administración del el dinero, las tareas domésticas, la crianza de los hijos…?
Puede estar consensuado quien detenta el poder o quien es el que tiene “más autoridad” en las decisiones de la economía familiar o el que genera los proyectos, entonces, en este caso no se generaría conflicto. Pero el poder puede estar disputado manifiestamente, silenciosamente, conciente o inconscientemente, boicoteando las decisiones del otro. Cuando hay un vínculo de rivalidad, puede expresarse en cualquier área, pero frecuentemente cada uno se “apodera” de ciertos temas y ejerce su dominio. Hay diferentes grados y puede llegarse a la descalificación y humillación del otro.
- ¿De qué manera afecta esto a los hijos?
Es un tema serio y puede producir confusiones importantes.
Generalmente se cree que el que ejerce “el poder” es el miembro autoritario, pero puede darse una violencia solapada, difícil de registrar para alguien externo. El poder puede llegar a extremos en que pueda ser considerado como “abuso psicológico”, llegando a generar estados de humillación, descalificación y confusión mental. Para los hijos se genera una interdependencia patológica porque se les produce un “conflicto de lealtades”, ya que quieren a ambos padres, pero sufren con la descalificación de uno hacia el otro. Si se identifican con el débil, se sienten también humillados y seguramente busquen una pareja maltratadora. Si no quieren sentirse débiles, puede que comiencen a ser maltratadores con sus propios padres. El adulto que se coloca en el lugar de poder, puede incluso que intente anular al hijo que apoya al “débil”. Así se arman “bandos”, desuniones y descalificaciones que hace que todos salgan perdiendo. También hay consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, en una familia en donde el padre es violento con su esposa, la hija mujer está de novia con un muchacho enfermo de celos que la maltrata con su supuesta desconfianza, repite así el modelo de sus padres. El hijo varón tiene problemas para ponerse de novio por su agresividad, para él, ser hombre es sinónimo de ser “agresivo con las mujeres”.
-¿Se puede trabajar para resolver los conflictos relacionados con el poder?
Hay que pensar que nadie gana con estas batallas. Es mejor consultar a tiempo porque con la adolescencia de los hijos se pierde la autoridad, porque con estas peleas, ellos mismos -los padres- les enseñan a desobedecer y descalificar. Cada miembro de la pareja puede ejercer una influencia callada y poderosa sobre el otro, la familia del otro, los hijos y/o la empresa.
En relación a las lealtades familiares están conectadas con las alianzas y las escisiones entre otros mecanismos, lo que lleva muchas veces a formaciones de subgrupos. Las alienaciones así como los diferentes intereses de los miembros de la familia se trasladan a la empresa familiar con una carga afectiva mucho más intensa que en cualquier otro grupo no familiar, pudiéndose repetir las posiciones vinculares que se mantienen intrafamiliarmente. Al igual que en las coaliciones y las alianzas se pueden dar conductas manifiestas muy destructivas que encubran un fin para preservar un lugar de poder trasladado de la pareja directamente a los hijos y/o a la empresa familiar.

Otro punto a tomar en cuenta es el conflicto entre lealtades que tiene que ver con la doble pertenencia a la familia de origen y la que se conforma con la pareja que se casa. Esto último puede representar un peligro a la unidad de la familia de origen y un desequilibrio emocional que queda encubierto por otros temas menores. A veces, el compromiso con la pareja es sentida por la familia como una deslealtad. El miembro que necesita sentirse leal puede alienar sus propios intereses en favor de los del grupo. Al nacer los hijos, una familia así constituida, genera síntomas.

Relación suegra -nuera

Texto publicado en Para Ti Mamá, diciembre de 2008.-


Florencia le dice al marido. “No soporto que venga tu madre porque arruina el clima familiar, siempre nos hace pelear”.

El vínculo de la nuera con la suegra no es un tema que incumba e
incluya sólo a ellas dos. Esta relación tiene un entramado inconsciente, con otros personajes familiares, que puede determinar el presente entre ellas. Los otros son: la mamá de la nuera, el esposo y otros familiares aunque no aparezcan en lo manifiesto.
Puede darse:
a) Una relación de colaboración semejante a la de una madre y su hija.
b) Una relación conflictiva estructuralmente.
c) Conflictiva por malos entendidos.
d) Simplemente un vínculo político, es decir, distante.

En el caso a, si la nuera representa la hija que no se tuvo, es el hijo quien puede sentirse celoso, reactivándose en él, antiguas vivencias de soledad. En el caso b, si la nuera tuvo una madre intrusiva, autoritaria, probablemente tenga extremada sensibilidad frente a ciertas opiniones, a las que seguramente otra persona no le daría mayor importancia. Si el marido de la joven ha sido muy sometido a su madre, generalmente elige a una esposa con mucho carácter, para que le pueda hacer frente a su madre. Y si bien, admira esto en un principio, más adelante puede ser que termine colocado en un conflicto de lealtades forzado a “elegir” entre ambas.
Pareciera que sólo hay lugar para una mujer, ¿la madre o la esposa? Esto no debería ser así cuando los roles están bien diferenciados, pero si no lo están, no es sólo un tema de ambas. Cuando el hijo no ha superado la dependencia infantil a sus padres, aunque no sea algo muy manifiesto, no podrá ponerles límites a ellos. Si la madre no tolera “no ser la más importante en la vida de su hijo”, puede que inconscientemente boicotee el matrimonio de ellos.
Cuando joven la pareja se apropia internamente de su vida y sus hijos, y están bien entre ellos, y se sienten adultos, no hay nadie que pueda interferir.
c) Generalmente sucede que la familia de origen del hombre y de la mujer que se han casado, tienen códigos distintos y que lo que para alguien puede ser vivido con intención de ayudar, para otra persona puede ser sentido intrusivo y con “mala leche”. Cuando no se puede dialogar, no se aclaran estos malos entendidos. Y lo que comienza como una pavada, puede enlazarse en una cadena de historias nuevas que se unen a otras viejas, complicándose el vínculo.
Hay casos en los que la relación de la suegra con la nuera arrastra una pésima relación con el hijo de dicha suegra y la nuera es la depositaria del rencor. En algunas familias he constatado que aunque la suegra quiera ser amorosa, si la nuera trae vínculos conflictivos o se persigue, podrá interpretar erróneamente lo que se ha hecho con buena intención.
Cada integrante de una pareja viene con su familia, siendo un desgarro si deben renunciar a ella para poder sostener la nueva familia.
Los padres de la pareja deberían ser muy respetuosos y considerar que si son “muy metidos” pueden causar malestar. Los momentos de riesgo son el primer año de casados y cuando nace un bebé si la suegra quiere “enseñar” y si su hijo no tiene autoridad para responderle. Lamentablemente se produce mucho sufrimiento y en algunos casos, se puede llegar al divorcio.


Por: Lic. Eva Rotenberg
Directora de La Escuela para Padres
Web: www.escuelaparapadres.net

Los abuelos

Texto publicado en el periódico de jubilados La Cita, del banco Banex Supervielle, diciembre 2008.-

Los abuelos

-¡Qué lindo tener abuelos! Son el doble de sabios que mamá y papá, porque son sus padres!

-Me encanta ir a casa de abuelito porque me cuenta historias de hace mucho, mucho tiempo. Son las historias de la familia que no conocí.

-Las Fiestas son especiales cuando estamos con los abue! Son tan cariñosos!!

Si bien en toda familia puede haber malos recuerdos de tiempos pasados en la infancia, es bueno no traspasar esas cuentas pendientes a los nietos. Los niños precisan del vínculo tierno de sus abuelos. Las Fiestas son momentos propicios para la transmisión de valores familiares, para repasar las anécdotas infantiles y adolescentes de los padres, y para mostrar que los padres también fueron niños e hicieron travesuras.
Recuerdo una obra de teatro “El plato de madera” que vi cuando era niña. Se trataba de una familia en la que a la hora de cenar, al abuelo le servían en un plato de madera porque “era viejo y podía romper el de porcelana”.
Un día la niña estaba jugando con barro en el jardín, el padre le preguntó qué estaba haciendo y la niña respondió: “estoy haciendo tu plato para cuando seas viejito”.

El modo en que los adultos tratan a sus padres es el modelo que les dan a sus hijos para el día de mañana. Es el modo se valorar los vínculos o tratarlos como descartables.
Es bueno poder perdonar, es bueno no repetir con los hijos lo que se ha criticado de los padres.
Más que comprar costosos regalos, más que decir sólo palabras, hay que dar lugar al sentir, al compromiso con los seres que les puede haber salido bien o no tan bien, sin embargo han intentado sostenernos emocionalmente y darnos una vida mejor que la propia.
Las enseñanzas se dan con los hechos, no con regalos.

Por: Lic. Eva Rotenberg
Directora de La Escuela para Padres
www.escuelaparapadres.net